
Días atrás, el Comisario Enrique Rodríguez compartió una reflexión que vale la pena detenerse a pensar: la forma en que denunciamos los hechos delictivos. En tiempos donde las redes sociales se convierten en el primer recurso frente a un robo, una estafa o una situación de inseguridad, cabe preguntarnos: ¿estamos eligiendo bien el canal para reclamar justicia?
El comisario afirmó: “Si no quieren venir a la dependencia policial, pasa por decisión de la persona. La sociedad cree que subir en las redes sociales pueden llegar a tener más éxito en recuperar el elemento, pero eso es contrario a la investigación”. La afirmación, directa y sin rodeos, abre la puerta a una discusión profunda sobre el rol que cumplen las instituciones, pero también sobre nuestras propias prácticas como ciudadanos.
¿Es la exposición pública una forma de presión para que se actúe más rápido? ¿O estamos, como advierte el comisario, entorpeciendo las investigaciones al alertar a quienes delinquen sobre una posible denuncia?
“Yo subo en las redes sociales un hecho y no lo denuncio, o lo denuncio 24, 70 horas después, la persona misma está alertando”, afirma enérgicamente el comisario y no deja margen a la duda sobre los efectos negativos que esto puede tener.
La invitación que realiza a quienes fueron víctimas de un delito es concreta: denunciar inmediatamente, aportar las pruebas (como videos o imágenes de cámaras de seguridad) en un formato útil para la investigación, y confiar en los procedimientos. Sin embargo, el problema de fondo parece ser otro: ¿por qué muchas personas sienten que es más eficaz hacer público un hecho en redes, que acudir a una comisaría?
¿Falta de confianza en la justicia? ¿Demoras en la atención o en la respuesta policial? ¿Necesidad de catarsis o de solidaridad pública? ¿Estamos abandonando los canales formales por una sensación de inmediatez y acompañamiento que ofrecen las redes?
Es hora de abrir el debate. No se trata solo de qué conviene más a la investigación, sino también de revisar por qué elegimos actuar como lo hacemos. Porque en esa elección también se juega algo más grande: nuestra relación con las instituciones, la búsqueda de justicia y el modo en que construimos ciudadanía. ¿Y vos, qué pensás?