Cada 1 de agosto en la mágica madrugada, se dice que la Pachamama abre su corazón para recibir las ofrendas y los agradecimientos de sus hijos. Para honrarla, los antiguos sabios idearon un ritual que perduró a lo largo de los siglos: beber té de ruda con caña Legui.
La ruda, una planta mística y poderosa, es conocida por sus capacidades de protección y purificación. Cuenta la leyenda que esta hierba guarda en sus hojas el poder de espantar las malas energías y las enfermedades, otorgando a quienes la consumen una barrera invisible contra el mal. Por su parte, la caña Legui, un licor dorado y dulce, aporta la calidez necesaria para enfrentar el frío de la madrugada y fortalece el cuerpo y el espíritu.
La leyenda cuenta que, aquellos que siguen este ritual con fe y devoción, reciben el abrazo invisible de la Madre Tierra, quien los protege y guía durante todo el año. Así, el acto de beber té de ruda con caña Legui se convierte en un puente entre lo humano y lo divino, una manera de renovar las energías y asegurar la salud y la prosperidad bajo el amparo de la Pachamama.