noviembre 11, 2025
Rioja

La Rioja habló en las urnas, pero lo que dijo no fue simple. No hay un ganador absoluto, sino una sociedad en movimiento, que duda, que cambia, que busca referentes nuevos. El voto no fue ideológico: fue emocional, identitario, humano. Un electorado joven, impaciente y emocional, rompió los moldes tradicionales. En esta elección, no pesaron tanto los discursos, sino las sensaciones. Ya no se vota por partidos, se vota por afinidades.

El resultado lo dice todo: el peronismo ganó con el 43,6%, pero La Libertad Avanza quedó apenas unas décimas detrás, con el 43,2%. Detrás de esos números se esconde algo más profundo: una sociedad partida, sí, pero viva. Que debate, que cambia, que no se conforma.

El voto dejó al descubierto una nueva sensibilidad política. Los jóvenes, entre 16 y 30 años, se animaron a mover el tablero y llevaron a La Libertad Avanza a rozar la victoria. No fue por ideología. Fue por impulso, por emoción, por identidad. El votante ya no cree ciegamente en nadie, pero tampoco se resigna a dejar de creer.

La gente no votó tanto por lo que se promete, sino por quién transmite credibilidad, rebeldía o cercanía. En tiempos de desencanto, el voto se volvió un espejo de lo que sentimos más que de lo que pensamos.

El empate provincial refleja más que una disputa electoral: muestra dos formas de mirar el futuro. Una que defiende lo conocido y otra que quiere romper con todo.

Entre ambas, se mueve una ciudadanía que duda, observa, y espera que alguien la convenza de nuevo.

QUIZÁS ESE SEA EL VERDADERO MENSAJE DE LAS URNAS: LA RIOJA NO ESTÁ DORMIDA. ESTÁ BUSCANDO.

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