Éste emprendimiento surgió cuando ella decidió realizar un viaje que duró un año. Su objetivo era recaudar dinero de manera autónoma, sin tener que depender de jefes u horarios. La mujer que la inspiró y enseñó fue su suegra, quien es artista, ella le enseño el mundo de las macetas pintadas a mano. También le regaló algunas de ellas, junto con algunos pinceles y consejos de cómo empezar.

Belén nos cuenta que en un principio tuvo miedo, porque según ella no tenía idea de cómo pintar, como cuidar un pincel y mucho menos hacer un dibujo. Esto sin duda demuestra de las trampas que nos juega nuestra mente, porque su talento, su actitud y su perseverancia no sólo le permitió recaudar el dinero que necesitaba para viajar, sino que hoy por hoy los trabajos de Belén hablan de su talento y creatividad como artista.

Cuando le preguntamos qué siente hoy sobre el mundo de la pintura nos dice “Explorar el mundo de la pintura me llevó a encontrar mis momentos de expresión, donde no hay límites que me condicionen. Elegir colores, combinarlos, crear detalles, es algo que me apasiona, que me hace fluir y liberar muchas tenciones… A veces mis momentos artísticos se vuelven terapéuticos ya que entro en calma mental y me entrego al placer que encuentro en ese mundillo, donde a partir de la primera pincelada logro desconectar y olvidar el exterior.”

Su actitud y pasión la llevaron a que hoy a casi 4 años desde que empezó vendiendo sus primeras macetas en la feria de artesanos su emprendimiento siga creciendo y también probando cosas nuevas.

Su historia nos demuestra que nuestros miedos en más de una ocasión son limitantes, pero con coraje y actitud todos podemos lograr lo que nos propongamos.

Redacción: Agustina Merlo