LLORAN SOBRE LA LECHE DERRAMADA Y LA RESPONSABILIDAD CIUDADANA NO EXISTE
“Llorar sobre leche derramada”, significa lamentarse por cosas que ya no tienen remedio. El refrán aplica a la perfección para el tema de la pandemia. Sabíamos hace tiempo que vendría la segunda ola y ¿Qué hicimos? ¿Qué se hizo en materia de política sanitaria? ¿Es momento de llorar sobre la leche derramada?
Hace un par de semanas que comenzaron a acelerarse los contagios, llegando el viernes en Chilecito a su máximo récord con 67 casos positivos. Ya comenzó a desbordarse el hospital, y son pocas las posibilidades de traslados a la Capital, debido al colapso que hay.
Ya sé que muchos
preguntarán porque no se invirtió en salud (infraestructura, profesionales,
mejor pago a los trabajadores, etc.). Es verdad que siempre se postergó, se
dejó de lado política sanitaria, pero ¿Es momento de llorar sobre la leche
derramada?
No hay duda que
hubo y hay bastante responsabilidad por parte de nuestros dirigentes a la hora
de priorizar situaciones, pero, ahora es momento de tomar el toro por las astas y responsabilizarnos
nosotros, la conciencia de cada uno y de cada una. Más allá de que se traten de
decisiones políticas, también es responsabilidad ciudadana.
Debemos hacernos
cargo de la responsabilidad colectiva, aprenderla y hacerla nuestra, y si en
algún momento no lo hicimos, es hora que dejemos los errores atrás y comencemos
a poner nuestro granito de arena. Pero también es importante que las medidas de
seguridad se profundicen y sean más efectivas, particularmente con aquellos que
se reúnen a festejar cualquier acontecimiento.
Siento que hay
una esperanza. Y a pesar de que hay muchos incrédulos, por fin están llegando
más vacunas al país y a nuestra provincia, y creo que en combinación con otras
medidas de salud pública, ayudarán quizás a minimizar esta pandemia.
Y aunque en estos
últimos días hay una percepción negativa por parte de la opinión pública y una exagerada
apreciación por algunos medios y periodistas, “una cosa es cacarear y
otra es poner un huevo”. Fácil resulta despotricar, cuando los luchadores son
otros. Los trabajadores de la salud están dejando todo para salvar vidas, posponiendo
cansancio, estrés, vacaciones y hasta su salud mental. Los comerciantes,
albañiles y trabajadores independientes (a pesar de las protestas), tuvieron que postergar su fuente laboral para dar cumplimiento a las
medidas restrictivas. Y las fuerzas de seguridad y los grupos de trabajos como
el COE, que a pesar de todos sus errores, de día y noche, de sol a sol, y como
pueden hacen de niñeros de algunos.
Hoy la pandemia
es para cada persona algo diferente. Hoy nos interpela más de cerca, porque
cada vez hay más gente cercana enferma, algunos graves y otros parten.
¿Hasta qué punto
nos involucramos? ¿Es momento de sentarnos cómodos y buscar culpables? ¿En qué
lugar de nosotros toca esta pandemia que está afectando a toda la comunidad a
la que pertenecemos, local y globalmente? ¿Es momento de llorar sobre la leche
derramada?
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